"Tranquilo vaquero, solo mira a tu alrededor" Woody comenzó a intentar discernir las siluetas de su alrededor... Parecía que tenía utensilios de cocina a su alrededor... Tal vez podría bajar hasta el suelo...
"¿Dónde están mis piernas?" Woody intentó mirar hacia abajo y descubrió con horror que no podía girar el cuello.
Entonces vio a una humana. Esta vez no le costó hacerse el muerto, pero notó como la humana lo miraba fijamente. ¿Acaso iba a descubrir el secreto de los juguetes? No, imposible. Pero la seguía mirando.
"Como en las simulaciones Woody, este no es tu primer rodeo". Siguió haciéndose el muerto, pero la humana lo seguía mirando con sospecha. ¡Su sombrero! ¡No tenía puesto su sombrero!
La humana se agachó y empezó a rebuscar, y entonces notó un peso en la cabeza. ¡Había encontrado su sombrero!
—Estos niños...
Woody comenzaba a recordar. Él era un juguete, diseñado para repartir alegría y calor a los niños que querían jugar con él ¡Si tenía hasta su sombrero! Si bien había tenido problemas por su diseño anticuado, esto no le impedía ser querido. Había tenido varias aventuras con distintos niños y distintos juguetes. De alguna forma había terminado en una feria y... Algo interrumpió su tren de pensamiento. En ese momento lo vio. Era una silueta inconfundible, pero tenía que asegurarse.
—¡Buzz! ¡Eh, Buzz!
El muñeco intergaláctico se giró, intentando descubrir la fuente de su voz. ¿Tanto había cambiado que no lo reconocía?
—¡Aquí, en la encimera! ¡Soy yo, Woody!
—¿Vaquero? ¿Dónde estás?
El muñeco se movía con más rigidez de la que recordaba, pero eso era igual. Siempre le había aliviado el ver a su compañero, y esta no era una excepción.
—Vamos Buzz, déjate de bromas, estoy enfrente de ti.
Entonces Buzz se calló. Lo miró de arriba a abajo con expresión de terror.
—Es... ¿Es esto lo que me espera?
—Buzz, déjate de tonterías y ayúdame. No puedo encontrar mis piernas ni puedo girar el cuello. Puede que algún hilo o algún enganche se me haya fastidiado. Mira a ver si están por alguna parte de la casa.
El rostro de Buzz se ensombreció. Si los juguetes tuvieran lacrimales le habría visto llorar a mares, pero solo podía ver en la cara de su viejo amigo una mezcla de terror, pena y tristeza...
—Woody... Siento decirte esto, pero no vamos a encontrar ni tus brazos, ni le pasa nada a tu cuello...
Woody estaba asustándose. Y mucho. Buzz no era de los que se rendían a la ligera.
—Vamos Buzz, tienes que ayudarme! ¡Seguro que tus colegas juguetes tienen alguna pista!
—Lo siento, Woody... Pero... Es imposible. No vamos a encontrar las extremidades de una aceitera.
Entonces lo vio, en el reflejo del plástico que hacía de escafandra de su mejor amigo: Tenía razón. Era una aceitera. Todo vino de repente: Un humano lo había encontrado, lo tiró a un contenedor amarillo y Woody no pudo escapar de las llamas a tiempo como hizo tiempo atrás.
Ahora solo era una aceitera, llena de aceite de oliva.
"¡Hay aceite en mi servilleta!" |
No hay comentarios:
Publicar un comentario