Por fin lo había conseguido. Había sido un largo y duro proceso de afurrizarse cada día más y más, pero había merecido la pena. Desde su mayor éxito en su tercera aventura, nada había vuelto a ser igual. Todos le decían "tienes que ser de tal forma" porque era lo que estaba de moda. Por dios, hasta se había hecho un tatuaje tribal. Y su mejor amigo no había recibido mejor trato. Convertir a su máscara-dios compañera en una máscara de mono le había dolido hasta a él, pero por fin, no más sufrimiento. Era un botón. Un sencillo botón que destruiría su mundo. Solo tendría cinco segundos, tal vez menos, pero era lo que necesitaba. Necesitaba volver atrás y decirlo.
Pulsó el botón, todo empezó a descomponerse tras de él a una velocidad pasmosa, y en un segundo lo vio: Era él, en el momento más bajo de su carrera: Su novia le había dejado, se pasaba los días con su hermana adoptiva y le habían dicho que un nuevo personaje iba a ingresar y que iba a ser un bandicoot mazado con más máscaras y poderes que él. Mientras Crash solo quería seguir siendo relevante, ser el ídolo, estaba decidido a hacer lo que fuera.
Salió del vórtice
–¡Eres guay por ti mismo!¡No necesitas más!¡Sigue siendo como eres y la gente te querrá!¡No cambies nunca y serás eterno!
Por fin lo había dicho. Vio como su cara se iluminó otra vez con aquella sonrisa pícara que le caracterizaba hace ya muchos años. Ahora podía morir en paz. El reboot haría que todo estuviese mejor, con mejores gráficos, mejores controles y con ciertas comodidades. Y lo mejor de todo, no tendría que recordar su cadena de tragedias nunca más.
"A veces lo único que necesitamos para triunfar es seguir siendo nosotros mismos" |
No hay comentarios:
Publicar un comentario