9/10/2020

Un buen día para Tsukishima

Tsukishima sonreía como nunca, su día había salido redondo: Su peor enemigo, Hinata, se había torcido un tobillo saltando con sus dichosos zapatos con lucecitas; antes de aquél incidente los envidiaba en secreto. "Puede que esas deportivas sean chulas para el recreo, pero a la hora de jugar no hay que andarse con tonterías" Pensó orgulloso el chico rubio, quien sabía que en su casa le esperaría como recompensa una pegatina de estrellita por buen comportamiento.

El accidente de Hinata no había sido lo único bueno que le había pasado. Kageyama, aquél chico que a pesar de ser tonto de verdad, admiraba en secreto, le había felicitado uno de sus remates. Aún así le contestó de manera borde tal y como acostumbraba "Para mí ha sido fácil gracias a mi talento innato"; tampoco quería que Kageyama notara su fanatismo (cosa que consiguió).

Aunque por supuesto, lo mejor fue el final del día, cuando después del entrenamiento su novio Yamaguchi le invitó a un helado y le prestó su chaqueta para que no pasara frío. Se podría decir que todo había salido a pedir de Tsukishima.


"Y encima el puto calvo no me ha gritado"


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