En realidad Barry habría podido volver a su colmena una vez acabado el juicio si él hubiera querido; su propio amigo, Adam, lo había hecho. Pero Barry sabía que una vez volviera a visitar a sus progenitores, tendría que presentarles a su nueva prometida: una humana. Los padres de la abeja eran bastante abiertos de mente, pero Barry seguía sin estar seguro del todo de cuál sería su opinión final, de si le juzgarían o si como mínimo le tacharían de extraño.
La abeja meditó fríamente durante aquellos días, y pensó en como su amigo Adam, el único que lo sabía, había reaccionado a la noticia: dándoles su bendición.
Era posible que sus padres no mostraran el mismo entusiasmo que su compañero, pero a esas alturas, ya le daba igual; quería pasar el resto de su vida con Vanessa, y aquello sería lo que haría sin importar la opinión final de su familia.
La abeja llevó a su prometida hasta su colmena; ella no podía entrar por su tamaño humano, así que Barry le pidió a sus padres que salieran para conocer a su nueva nuera.
—Mamá, papá, ella es Vanessa, mi prometida. —Anunció Barry orgulloso de su decisión, con la cabeza bien alta.
—Hijo... —Su padre hizo una pequeña pausa que pareció congelar el tiempo por unos instantes. Estudió a la humana con la mirada y sonrió. —Es perfecta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario