Paco estaba desesperado. Parecía imposible, pero tras años de relativa calma, habían vuelto a aparecer, y esta vez en plena calle. Perchas hechas de hueso humano, máquinas de pinball hechas con vísceras que pertenecían a varios desaparecidos, y por si fuera poco, ahora lo hacía también con un programa en la "deep web"... No podía negarlo: Había aparecido otro "arte-maníaco".
—¡Maldita sea! ¡Tenemos a Jordi entre rejas! ¡¿Quién estaría tan enfermo como para seguir sus pasos?!
—Y para colmo ni un sospechoso...
Entonces Paco lo vio claro. Si quería atrapar a un maníaco...
—...Tenemos que dejarlo salir.
— ¡¿A Jordi?! ¡¿Pero está loco Paco?!
—No. A Jordi no. Necesitamos a Kristian. Algunos le consideran el maníaco original. Lo atraparon cuando yo no era más que un cadete, pero ahora es nuestra mejor opción.
En el lugar donde Leroy se junta con Merlín:
— Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarles?
— No sé, Kristian. ¿Qué opinas de esto?
— Wowowow señor agente, ¿enseñarme fotos de un crimen no es ilegal?
— No lo es cuando la policía requiere de tus servicios, Kristian.
— Por favor, señor agente, solo soy un empleado de este gran establecimiento. No soy lo que era antes. Antes estaba enfermo, y ahora mis amables compañeros me han enseñado una nueva vida, no estoy para esos trotes.
— Kristian, no me jodas, ambos sabemos por qué estás aquí. El estar lejos de las herramientas te pone nervioso, sabes que por eso te pillaron. Ayudar a la gente a crear su casa perfecta te ayuda pero en el fondo, sé que es lo que te pone. Ves las herramientas, ves al cliente y una pequeña parte de ti todavía se pregunta: ¿Cómo quedaría si fuera una silla? ¿O un perchero? O mejor aún, ¿un banco del jardín?
El ex-presidiario miró a Paco con ira en los ojos. Había dado en el clavo. Su psicopatía no se había curado, porque ¿Cómo se va a curar algo que eres? ¿Algo que fuiste y deseas volver a ser? ¿Algo a lo que por más que le das la espalda, solo necesita el más pequeño desliz para resurgir?
Aquella máquina de pinball hecha con tripas había despertado en él una sensación de repulsa, pero no por el acto en si, sino por su pobre acabado. ¿Acaso no veía que había que pulir los bordes de las esquinas de la caja? Los botones hechos con los pulgares estaban ásperos, en lugar de ser suaves como lo haría un artesano con mimo.
—¿Qué quieres?
— Quiero que me ayudes a atrapar a esta persona. Es alguien como tú, pero tú tienes más experiencia. No sé qué va a hacer, siempre va un paso por delante de nosotros, pero tú sabes como piensa un maníaco. Te necesitamos como nuestro experto, Kristian. No tienes elección Kristian, aún estas en vigilancia, y si la policía te lo ordena, debes acudir.
El hombre alto dio un suspiro, se mesó la barba y se rió.
— ¿Y cuándo empiezo?
"Y cuidadito, que como te pongas tonto, te abro dos agujeros en el culo para que tengas dos sitios por donde cagar" |
"Me gustaría verte intentarlo, pimpollo" |
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