6/17/2022

El despertar de Chika

 Después del último concierto, donde las integrantes más jóvenes de las Aqours, despidieron la partida de las chicas de tercer año, Chika, decidió ir una última vez al mar, a las orillas donde había comenzado toda su aventura, todo su viaje al mundo de las idols. La pelirroja sabía que no le quedaba mucho tiempo. Aún con las ropas de su último concierto, corrió hasta la arena. Necesitaba estar a solas.

Una vez en la playa, el atardecer comenzó a caer junto a las lágrimas de Chika. La pelirroja paso las yemas de sus dedos por la arena seca. Todo iba a terminar allí, algo se lo decía. Tenía miedo, pero al mismo tiempo, sabía que trascender de aquél mundo imaginario, era el paso natural que debía de seguir.

Por el rabillo del ojo, vislumbró un avión de papel “Es la señal” Pensó con cierta amargura.

Se puso en pie, dando una última ojeada a aquella playa desértica, que en otras ocasiones hubiera estado llena de gente.

Los ojos de Chika comenzaron a parpadear poco a poco, despertando en un lugar familiar: el mundo terrenal. La pelirroja intentó mover su cuerpo sin mucho éxito. Sus labios estaban secos, y la luz de la ventana cegaba sus pupilas. Chika observó su cuerpo, lleno de cables y vías. Estaba en el hospital. Por fin había logrado despertar del coma.

Una enfermera entró en la sala.

—¡Ha despertado! ¡La paciente ha despertado del coma!

 

Aquello solo fue el comienzo de lo que vendría en su nueva vida.

Pasaron algunos meses antes de que Chika pudiera recuperar parte de su movilidad. Ahora necesitaba un bastón para andar, pero aún así había superado las expectativas de los médicos.

A veces la pelirroja pasaba las horas deambulando por el jardín del centro médico, sentándose en los bancos, y recordando nostálgicamente una época que nunca vivió. Nunca conoció a las integrantes del grupo, nunca hizo ningún concierto. Aquellos recuerdos hermosos, los mejores años de su vida, solo fueron parte de su imaginación, y eso era algo duro de afrontar.

Antes del coma, Chika había desarrollado una potente obsesión con los grupos de idols. Sus favoritas eran las Muse. Una a la que admiraba sobre las demás era Honoka, la líder del grupo. Sentía que su historia era inspiradora, y le bastaba con ver algunas grabaciones de sus antiguos conciertos para motivarse. Antes del incidente, la pelirroja había seguido toda la carrera del grupo desde cerca; desde sus primeros pasos en el mundo de la música, hasta su triste retirada.

Según fue pasado el tiempo, le dieron el alta a Chika. Volvió al piso donde vivía sola, apoyándose sobre un bastón que continuaría junto a ella el resto de su vida. A pesar de que en el sueño lúcido que vivió, ella aún era una adolescente, en la vida real rondaba la treintena. Ya no vivía junto a su familia, pero de vez en cuando, su madre y hermana venían a visitarla. Los fines de semana junto a ellas, eran los únicos momentos donde no estaba sola. Antes del coma tenía algunas amigas lejanas, conocidos del trabajo, pero nadie a quien le importara lo suficiente como para acompañarla en sus momentos más bajos.

Con el tiempo pudo ubicar más o menos de donde había sacado el material su mente para crear a las Aqours. Algunas, como Mari o Kanan, habían sido modelos, deportistas, o gente famosa que solo había visto en la televisión; otras como Yohane, Dia, o Ruby, habían sido compañeras de clase con las que no había hablado mucho o incluso tan solo conocía de vista; de Hanamaru y Riko no estaba completamente segura, quizás serían desconocidas que habría visto alguna vez por la calle y a su cerebro le habrían llamado la atención. Con la única con la que había tenido contacto real alguna vez fue con You, una chica que conoció en su infancia cuando un verano que sus padres vinieron a su pueblo a veranear “¿Qué habrá sido de ella?” Pensó la pelirroja mientras bajo el kotatsu, pelaba algunas mandarinas.

Un día, Chika despertó con el sonido del timbre. Aún era de noche, y no esperaba ninguna visita.

                —¿Quién es a estas horas?

 

Al ver la sorpresa detrás de la puerta, sus ojos se abrieron de par en par.

                —Ho… Honoka ¿Eres tú? —Chika frotó sus ojos bruscamente. —Estoy soñando. Otra vez estoy soñando.

 

Honoka sonrió tiernamente.

                —No estás soñando. De verdad soy yo.

                —Pero ¿Qué haces aquí? ¿Cómo es que has venido a visitar a alguien… —La pelirroja hizo una pequeña pausa, con un tono más amargo en su frase final. —Bueno, a alguien como yo.

                —Tu madre consiguió contactar conmigo. Siempre es agradable conocer a una fan.

                —Sí. —Los ojos de Chika comenzaron a llenarse de lágrimas de alegría que no pudo reprimir. Todo aquello parecía un dulce sueño, pero aún así, no quiso perder la oportunidad de hablar con su ídolo. —Siempre he admirado mucho tu trabajo, me encantan tus canciones. Tengo todos los CDs que tú y las Muse sacasteis.

 

Honoka hizo un gesto de pausa, y Chika se cayó aún con el corazón latiendo a una velocidad de vértigo.

                —Vístete. Vamos a dar un paseo por la playa. Tenemos toda la noche para hablar.

 

La pelirroja asintió con una sonrisa nerviosa. Se vistió lo más rápido que pudo con la ropa que tenía más a mano en su habitación. No quería hacer esperar a la persona a la que admiraba. Mientras se ponía sus vaqueros, y chaqueta de lana, cierto pequeño temor afloraba, temiendo que Honoka desapareciera como lo hicieron las Aqours en su día.

Con cierto alivio, Chika salió junto a Honoka a dar un paseo por la playa. El cielo negro lleno de estrellas, acompañaba la calma del mar esa noche.

                —Háblame de ti, Chika. —La orden de Honoka, pilló por sorpresa a la pelirroja.

                —Bueno. No tengo mucho que contar. Pasé los últimos meses en rehabilitación después de un coma. —Hizo algo de hincapié en su bastón. —No sé cuánto te habrá contado mi madre.

                —No me contó sobre eso; solo me dijo que eras una gran fan mía.

                —Ya veo. Bueno, supongo que eso está bien. En el fondo, no me hubiese llegado a gustar del todo que solo estuvieras aquí por lástima.

                —¿Puedo saber cómo es que caíste en el coma? Por curiosidad.

 

Chika suspiró, e hizo una pequeña pausa. Nunca antes había hablado de ello con nadie, ya que sus familiares y los médicos lo sabían de antemano; y con las otras personas con las que había interactuado, nunca tuvo ese nivel de confianza.

                —Perdón. Puede que la pregunta te haya incomodado. —Se disculpó Honoka tras ver el semblante serio de la pelirroja.

                —No. Está bien. La verdad es que no he hablado con nadie de esto, y me gustaría poder hacerlo. —Chika se sentó cerca del muelle donde estaban, su compañera la siguió. —Lo último que recuerdo de ese día es un avión de papel. Un condenado avión de papel. ¿Sabes? A pesar de vivir en la playa, nunca aprendí a nadar. A día de hoy aún no sé nadar por culpa de mi miedo al mar.

                —Bueno, hay muchas cosas que yo tampoco sé hacer.

                —Aquél día las olas eran más grandes de lo normal. Yo me acerqué mucho a la orilla. Ni siquiera recuerdo exactamente porque. —Chika suspiró derrotada. —Pero, ahí estaba yo. Todo fue caótico. Una ola enorme chocó contra mí. Todo se volvió negro y…

                —Caíste en el coma.

 

La pelirroja asintió.

                —Desperté dentro de un sueño hermoso. Yo era... —Chika posó sus ojos llorosos sobre su ídolo. —Era una idol, como tú. Tenía un grupo, las Aqours. Estaba cumpliendo el sueño de mi vida.

 

En sus ojos reinaba la nostalgia. Podía sentirse como cada vez que intentaba recordarlo, una puñalada en el corazón la atacaba directamente en el alma. Honoka le devolvió una sonrisa amarga, pero llena de comprensión.

                —¿Echas de menos esos días?

 

Chika hizo una pausa y asintió. Su nueva amiga, la abrazó con fuerza.

                —Te entiendo. Las Muse nos separamos hace años, y también lo echo de menos.

                —Pero, no es lo mismo. Lo tuyo fue real. —Miró sus manos, decaída. —Lo mío, solo un sueño. Un gran sueño, pero nada real.

 

El silencio se hizo presente. Las dos chicas siguieron caminando un rato a solas, cerca de la orilla. En un momento, la antigua integrante de Muse, tomó la mano de de Chika, y mirándola a los ojos dijo:

                —Lo he estado pensando. ¿Quieres que tú y yo, seamos idols juntas?

 

Chika sonrió, dejándose llevar por lo que en ese momento, volvía a parecer un sueño, pero esta vez era real.

                —Nunca es tarde para empezar.


"Al final esto ha sido un milagro, un miracle wave
para ser exactos"


1/02/2022

El secreto de Suneo

     —Mi tío me ha traído este avión teledirigido de Francia. ¿A que estáis muertos de envidia? 

Aquello era lo que decían los afilados labios de Suneo; pero en realidad, sus palabras no eran más que una máscara que ocultaba la vergüenza de no saber como confesarle a sus amigos que en realidad, él era francés.


"Mi tío de Francia ha prepagado una sena de
picoteo, y estáis todos invitados menos Nobita."


5/18/2021

La profecía del Arguiñano

 Karlos Arguiñano se estaba preparando para su programa. Siempre le gustaba repasar sus recetas antes de comenzar a grabar. Hoy le tocaba hacer una tortilla de patata: algo sencillo, pero delicioso gracias a su toque especial.

El cocinero, rompió uno de los huevos dando toquecitos contra el bol. El Arguiñano tragó saliva, algo preocupado: Había salido uno de dos yemas. Era algo que solía pasarle, sobre todo frente a la cámara; pero lo que no sabían sus espectadores era el motivo de por qué justo a él solía ocurrirle tan seguido.

Karlos secó el sudor frio de su frente. Cada vez que salía un huevo con dos yemas, se acordaba del pacto que había hecho, de la profecía, de las consecuencias.

Algo temeroso, el cocinero, rompió otro de los huevos. Tembloroso, observó el resultado: Otra vez dos yemas. Cada vez que salía uno así, el Arguiñano lo archivaba mentalmente. El trato que hizo con el demonio para convertirse en el mejor cocinero del mundo, estaba por sellarse. “Una vez abras cien huevos siameses, sus cáscaras formarán las puertas del infierno, y sus cadáveres te arrastrarán por las llamas”. En su momento vio muy lejos aquella promesa, pero desde ese día, los años habían pasado, y tan solo le faltaba un huevo para llegar a los cien.

El cocinero se planteó fríamente dejar a medias la receta, irse para siempre del programa, no volver a cocinar.

                — Karlos, te toca salir. —Las palabras del director lograban mover sus piernas en contra de su voluntad.


El Arguiñano intentó calmarse, como hacía siempre que comenzaba su programa, como hacía siempre que bromeaba sobre un huevo de yema doble frente a las cámaras.

El cocinero comenzó su presentación como siempre hacía. Y como el buen actor que era, siempre mantuvo la calma, siempre sonrió a pesar del miedo a un destino peor que la muerte.

El momento estaba cada vez más cerca, soplando sobre su nuca. Tenía que comenzar la tortilla de patata, tenía que continuar con su programa a pesar de todo.

Karlos Arguiñano abrió un huevo.


"El movimiento se demuestra andando, y el cariño haciendo pactos
con el diablo, biri bup..."

10/28/2020

Los suegros conocen a la Vane

Hacía ya varios días que Barry no pasaba por su colmena; tiempo que para las abejas podían traducirse en lo que serían meses, o incluso años para un ser humano. El juicio por recuperar la miel había sido bastante duro; todo aquello sumado a su nuevo oficio y la nueva tienda de flores de su nueva prometida. La abeja no sabía de dónde sacar tiempo, y siempre decía estar muy ocupado para volver a ver a su familia. O al menos así se autoengañaba.
En realidad Barry habría podido volver a su colmena una vez acabado el juicio si él hubiera querido; su propio amigo, Adam, lo había hecho. Pero Barry sabía que una vez volviera a visitar a sus progenitores, tendría que presentarles a su nueva prometida: una humana. Los padres de la abeja eran bastante abiertos de mente, pero Barry seguía sin estar seguro del todo de cuál sería su opinión final, de si le juzgarían o si como mínimo le tacharían de extraño. 
La abeja meditó fríamente durante aquellos días, y pensó en como su amigo Adam, el único que lo sabía, había reaccionado a la noticia: dándoles su bendición.
Era posible que sus padres no mostraran el mismo entusiasmo que su compañero, pero a esas alturas, ya le daba igual; quería pasar el resto de su vida con Vanessa, y aquello sería lo que haría sin importar la opinión final de su familia.
La abeja llevó a su prometida hasta su colmena; ella no podía entrar por su tamaño humano, así que Barry le pidió a sus padres que salieran para conocer a su nueva nuera.
    —Mamá, papá, ella es Vanessa, mi prometida. —Anunció Barry orgulloso de su decisión, con la cabeza bien alta.
    —Hijo... —Su padre hizo una pequeña pausa que pareció congelar el tiempo por unos instantes. Estudió a la humana con la mirada y sonrió. —Es perfecta.

"Vane, todo ha salido marabeellosamente beeen"


10/21/2020

El Maníaco (Parte 3)

Paco estaba desesperado. Parecía imposible, pero tras años de relativa calma, habían vuelto a aparecer, y esta vez en plena calle. Perchas hechas de hueso humano, máquinas de pinball hechas con vísceras que pertenecían a varios desaparecidos, y por si fuera poco, ahora lo hacía también con un programa en la "deep web"... No podía negarlo: Había aparecido otro "arte-maníaco".

—¡Maldita sea! ¡Tenemos a Jordi entre rejas! ¡¿Quién estaría tan enfermo como para seguir sus pasos?!

—Y para colmo ni un sospechoso...


Entonces Paco lo vio claro. Si quería atrapar a un maníaco...

—...Tenemos que dejarlo salir.

— ¡¿A Jordi?! ¡¿Pero está loco Paco?!

—No. A Jordi no. Necesitamos a Kristian. Algunos le consideran el maníaco original. Lo atraparon cuando yo no era más que un cadete, pero ahora es nuestra mejor opción.


En el lugar donde Leroy se junta con Merlín:

— Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarles?

— No sé, Kristian. ¿Qué opinas de esto?

— Wowowow señor agente, ¿enseñarme fotos de un crimen no es ilegal?

— No lo es cuando la policía requiere de tus servicios, Kristian.

— Por favor, señor agente, solo soy un empleado de este gran establecimiento. No soy lo que era antes. Antes estaba enfermo, y ahora mis amables compañeros me han enseñado una nueva vida, no estoy para esos trotes.

— Kristian, no me jodas, ambos sabemos por qué estás aquí. El estar lejos de las herramientas te pone nervioso, sabes que por eso te pillaron. Ayudar a la gente a crear su casa perfecta te ayuda pero en el fondo, sé que es lo que te pone. Ves las herramientas, ves al cliente y una pequeña parte de ti todavía se pregunta: ¿Cómo quedaría si fuera una silla? ¿O un perchero? O mejor aún, ¿un banco del jardín?


El ex-presidiario miró a Paco con ira en los ojos. Había dado en el clavo. Su psicopatía no se había curado, porque ¿Cómo se va a curar algo que eres? ¿Algo que fuiste y deseas volver a ser? ¿Algo a lo que por más que le das la espalda, solo necesita el más pequeño desliz para resurgir?

Aquella máquina de pinball hecha con tripas había despertado en él una sensación de repulsa, pero no por el acto en si, sino por su pobre acabado. ¿Acaso no veía que había que pulir los bordes de las esquinas de la caja? Los botones hechos con los pulgares estaban ásperos, en lugar de ser suaves como lo haría un artesano con mimo.

—¿Qué quieres?

— Quiero que me ayudes a atrapar a esta persona. Es alguien como tú, pero tú tienes más experiencia. No sé qué va a hacer, siempre va un paso por delante de nosotros, pero tú sabes como piensa un maníaco. Te necesitamos como nuestro experto, Kristian. No tienes elección Kristian, aún estas en vigilancia, y si la policía te lo ordena, debes acudir.

El hombre alto dio un suspiro, se mesó la barba y se rió.

— ¿Y cuándo empiezo?


"Y cuidadito, que como te pongas tonto, te abro dos agujeros en
el culo para que tengas dos sitios por donde cagar"

"Me gustaría verte intentarlo, pimpollo"



10/15/2020

Tsukishima es el más guay de su cole

 Tsukishima se encontraba atendiendo en clase como de costumbre; siempre había sido un alumno muy aplicado. Aquél año le había tocado estar en la misma clase que sus compañeros de volley, y eso a veces se le hacía ciertamente molesto. En varias ocasiones el capullo de Hinata venía andando hacía él sobre sus puñeteros zapatos luminiscentes, (aquellos que envidiaba insanamente), y le pedía consejo sobre la materia que estuvieran estudiando ese día.

    —Pues haber estudiado, ¡chincha rabiña! —Le contestaba Tsukishima con su típico aire de superioridad. Ya tenía suficiente con tener que ayudar a su novio con sus tareas para que encima más gente se aprovechara de su amabilidad.


El chico rubio sabía que era muy superior a sus amigos, pero hasta aquél día no había tenido oportunidad de demostrarlo. Él y sus compañeros iban a ver una película en clase y Tsukishima sabía que se acercaba su momento. La profesora ya había enchufado el ordenador, y solo faltaba un artilugio por encender.

    —¿Alguien alto puede encender el proyector?


Todos los compañeros se giraron hacia Tsukishima, quien portaba una sonrisa orgullosa en su rostro: ¡Era su momento! El chico rubio se levanto de su asiento con elegancia, después le regaló una mirada burlona a Kageyama, quien envidioso observaba al elegido realizar su camino. Acto seguido, le sacó levemente la lengua a su mayor rival: Hinata, quien simplemente reacciono impasible y derrotado, ya que sabía que jamás podría aspirar a aquél preciado destino. 

Tsukishima iba andando lentamente hacia el proyector, disfrutando, gozando cada uno de sus pasos, caminando sobre una alfombra roja imaginaria formada por los pupitres de sus compañeros.

El chico rubio llegó a su destino, y antes de encender el proyector, le dedicó un último gesto a la persona más importante en su vida: su novio Yamaguchi. 

    —Esta va por ti, cariño. —Susurró en dirección a su pareja mientras le lanzaba un beso.

    —¡Tsuki, tú puedes, eres el puto amo! —Le animó el pecoso desde su asiento.

    —¡Lo sé! —Sonrió orgulloso el chico rubio. Acto seguido, pulsó el botón del proyector y este se encendió.


Tras el gesto de Tsukishima, este, alzó los brazos victorioso. Había demostrado a sus compañeros lo útil que era "¡Chúpate esa, Hinata! ¡Puede que tú tengas unos zapatos luminiscentes chachipistachis, pero yo tengo un puñetero metro noventa de estatura, perdedor de las narices!" Pensó para sí mientras sentía la gloria al escuchar los enérgicos aplausos de su pareja.

    —¡Lo has hecho genial Tsuki! —Seguía animándole Yamaguchi a pleno pulmón.

    —Ya, solo alguien como yo podría haberlo hecho tan bien. —Le respondió mientras le otorgaba una última mirada de superioridad a Kageyama, como si de una indirecta se tratara.


Tsukishima se sentó en su asiento al lado de su novio y sonrió orgulloso. Gracias a aquella ardua hazaña, ahora sus compañeros no solo sabrían que era el más listo y el más guapo, sino también el más alto.


"El Yamaguchi y yo somos los mejores"


10/02/2020

Tsukishima se duerme en el bus

El Karasuno iba aquella tarde de excursión a otro importante partido. En el autobús se podían escuchar los molestos ruidos y risillas de sus compañeros: Estaban entusiasmados con el partido contra el Nekoma. El niño emo y el niño con raíces eran unos grandes rivales junto a sus compañeros. Pero aquello a Tsukishima le daba igual, para él era tan solo un partido más. Sabía que era mucho más importante descansar y recargar energías antes de jugar con sus amigotes, y que después del partido le esperaba un bocata de chorizo preparado por su madre, y un delicioso Petisuí de postre. 

Así que sin ninguna emoción, colocó los cascos en sus oídos, se puso el antifaz en los ojos, y durmió a pierna suelta todo lo que quedaba de viaje ¡Como todo un campeón!


"Y no voy a compartir el bocata con nadie"


Gru va a hacer amigos

Gru fue a la reunión de padres adoptivos. A su izquierda había una especie de lagarto peludo azul gigante con cara de bonachón, a su derecha...