10/28/2020

Los suegros conocen a la Vane

Hacía ya varios días que Barry no pasaba por su colmena; tiempo que para las abejas podían traducirse en lo que serían meses, o incluso años para un ser humano. El juicio por recuperar la miel había sido bastante duro; todo aquello sumado a su nuevo oficio y la nueva tienda de flores de su nueva prometida. La abeja no sabía de dónde sacar tiempo, y siempre decía estar muy ocupado para volver a ver a su familia. O al menos así se autoengañaba.
En realidad Barry habría podido volver a su colmena una vez acabado el juicio si él hubiera querido; su propio amigo, Adam, lo había hecho. Pero Barry sabía que una vez volviera a visitar a sus progenitores, tendría que presentarles a su nueva prometida: una humana. Los padres de la abeja eran bastante abiertos de mente, pero Barry seguía sin estar seguro del todo de cuál sería su opinión final, de si le juzgarían o si como mínimo le tacharían de extraño. 
La abeja meditó fríamente durante aquellos días, y pensó en como su amigo Adam, el único que lo sabía, había reaccionado a la noticia: dándoles su bendición.
Era posible que sus padres no mostraran el mismo entusiasmo que su compañero, pero a esas alturas, ya le daba igual; quería pasar el resto de su vida con Vanessa, y aquello sería lo que haría sin importar la opinión final de su familia.
La abeja llevó a su prometida hasta su colmena; ella no podía entrar por su tamaño humano, así que Barry le pidió a sus padres que salieran para conocer a su nueva nuera.
    —Mamá, papá, ella es Vanessa, mi prometida. —Anunció Barry orgulloso de su decisión, con la cabeza bien alta.
    —Hijo... —Su padre hizo una pequeña pausa que pareció congelar el tiempo por unos instantes. Estudió a la humana con la mirada y sonrió. —Es perfecta.

"Vane, todo ha salido marabeellosamente beeen"


10/21/2020

El Maníaco (Parte 3)

Paco estaba desesperado. Parecía imposible, pero tras años de relativa calma, habían vuelto a aparecer, y esta vez en plena calle. Perchas hechas de hueso humano, máquinas de pinball hechas con vísceras que pertenecían a varios desaparecidos, y por si fuera poco, ahora lo hacía también con un programa en la "deep web"... No podía negarlo: Había aparecido otro "arte-maníaco".

—¡Maldita sea! ¡Tenemos a Jordi entre rejas! ¡¿Quién estaría tan enfermo como para seguir sus pasos?!

—Y para colmo ni un sospechoso...


Entonces Paco lo vio claro. Si quería atrapar a un maníaco...

—...Tenemos que dejarlo salir.

— ¡¿A Jordi?! ¡¿Pero está loco Paco?!

—No. A Jordi no. Necesitamos a Kristian. Algunos le consideran el maníaco original. Lo atraparon cuando yo no era más que un cadete, pero ahora es nuestra mejor opción.


En el lugar donde Leroy se junta con Merlín:

— Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarles?

— No sé, Kristian. ¿Qué opinas de esto?

— Wowowow señor agente, ¿enseñarme fotos de un crimen no es ilegal?

— No lo es cuando la policía requiere de tus servicios, Kristian.

— Por favor, señor agente, solo soy un empleado de este gran establecimiento. No soy lo que era antes. Antes estaba enfermo, y ahora mis amables compañeros me han enseñado una nueva vida, no estoy para esos trotes.

— Kristian, no me jodas, ambos sabemos por qué estás aquí. El estar lejos de las herramientas te pone nervioso, sabes que por eso te pillaron. Ayudar a la gente a crear su casa perfecta te ayuda pero en el fondo, sé que es lo que te pone. Ves las herramientas, ves al cliente y una pequeña parte de ti todavía se pregunta: ¿Cómo quedaría si fuera una silla? ¿O un perchero? O mejor aún, ¿un banco del jardín?


El ex-presidiario miró a Paco con ira en los ojos. Había dado en el clavo. Su psicopatía no se había curado, porque ¿Cómo se va a curar algo que eres? ¿Algo que fuiste y deseas volver a ser? ¿Algo a lo que por más que le das la espalda, solo necesita el más pequeño desliz para resurgir?

Aquella máquina de pinball hecha con tripas había despertado en él una sensación de repulsa, pero no por el acto en si, sino por su pobre acabado. ¿Acaso no veía que había que pulir los bordes de las esquinas de la caja? Los botones hechos con los pulgares estaban ásperos, en lugar de ser suaves como lo haría un artesano con mimo.

—¿Qué quieres?

— Quiero que me ayudes a atrapar a esta persona. Es alguien como tú, pero tú tienes más experiencia. No sé qué va a hacer, siempre va un paso por delante de nosotros, pero tú sabes como piensa un maníaco. Te necesitamos como nuestro experto, Kristian. No tienes elección Kristian, aún estas en vigilancia, y si la policía te lo ordena, debes acudir.

El hombre alto dio un suspiro, se mesó la barba y se rió.

— ¿Y cuándo empiezo?


"Y cuidadito, que como te pongas tonto, te abro dos agujeros en
el culo para que tengas dos sitios por donde cagar"

"Me gustaría verte intentarlo, pimpollo"



10/15/2020

Tsukishima es el más guay de su cole

 Tsukishima se encontraba atendiendo en clase como de costumbre; siempre había sido un alumno muy aplicado. Aquél año le había tocado estar en la misma clase que sus compañeros de volley, y eso a veces se le hacía ciertamente molesto. En varias ocasiones el capullo de Hinata venía andando hacía él sobre sus puñeteros zapatos luminiscentes, (aquellos que envidiaba insanamente), y le pedía consejo sobre la materia que estuvieran estudiando ese día.

    —Pues haber estudiado, ¡chincha rabiña! —Le contestaba Tsukishima con su típico aire de superioridad. Ya tenía suficiente con tener que ayudar a su novio con sus tareas para que encima más gente se aprovechara de su amabilidad.


El chico rubio sabía que era muy superior a sus amigos, pero hasta aquél día no había tenido oportunidad de demostrarlo. Él y sus compañeros iban a ver una película en clase y Tsukishima sabía que se acercaba su momento. La profesora ya había enchufado el ordenador, y solo faltaba un artilugio por encender.

    —¿Alguien alto puede encender el proyector?


Todos los compañeros se giraron hacia Tsukishima, quien portaba una sonrisa orgullosa en su rostro: ¡Era su momento! El chico rubio se levanto de su asiento con elegancia, después le regaló una mirada burlona a Kageyama, quien envidioso observaba al elegido realizar su camino. Acto seguido, le sacó levemente la lengua a su mayor rival: Hinata, quien simplemente reacciono impasible y derrotado, ya que sabía que jamás podría aspirar a aquél preciado destino. 

Tsukishima iba andando lentamente hacia el proyector, disfrutando, gozando cada uno de sus pasos, caminando sobre una alfombra roja imaginaria formada por los pupitres de sus compañeros.

El chico rubio llegó a su destino, y antes de encender el proyector, le dedicó un último gesto a la persona más importante en su vida: su novio Yamaguchi. 

    —Esta va por ti, cariño. —Susurró en dirección a su pareja mientras le lanzaba un beso.

    —¡Tsuki, tú puedes, eres el puto amo! —Le animó el pecoso desde su asiento.

    —¡Lo sé! —Sonrió orgulloso el chico rubio. Acto seguido, pulsó el botón del proyector y este se encendió.


Tras el gesto de Tsukishima, este, alzó los brazos victorioso. Había demostrado a sus compañeros lo útil que era "¡Chúpate esa, Hinata! ¡Puede que tú tengas unos zapatos luminiscentes chachipistachis, pero yo tengo un puñetero metro noventa de estatura, perdedor de las narices!" Pensó para sí mientras sentía la gloria al escuchar los enérgicos aplausos de su pareja.

    —¡Lo has hecho genial Tsuki! —Seguía animándole Yamaguchi a pleno pulmón.

    —Ya, solo alguien como yo podría haberlo hecho tan bien. —Le respondió mientras le otorgaba una última mirada de superioridad a Kageyama, como si de una indirecta se tratara.


Tsukishima se sentó en su asiento al lado de su novio y sonrió orgulloso. Gracias a aquella ardua hazaña, ahora sus compañeros no solo sabrían que era el más listo y el más guapo, sino también el más alto.


"El Yamaguchi y yo somos los mejores"


10/02/2020

Tsukishima se duerme en el bus

El Karasuno iba aquella tarde de excursión a otro importante partido. En el autobús se podían escuchar los molestos ruidos y risillas de sus compañeros: Estaban entusiasmados con el partido contra el Nekoma. El niño emo y el niño con raíces eran unos grandes rivales junto a sus compañeros. Pero aquello a Tsukishima le daba igual, para él era tan solo un partido más. Sabía que era mucho más importante descansar y recargar energías antes de jugar con sus amigotes, y que después del partido le esperaba un bocata de chorizo preparado por su madre, y un delicioso Petisuí de postre. 

Así que sin ninguna emoción, colocó los cascos en sus oídos, se puso el antifaz en los ojos, y durmió a pierna suelta todo lo que quedaba de viaje ¡Como todo un campeón!


"Y no voy a compartir el bocata con nadie"


Gru va a hacer amigos

Gru fue a la reunión de padres adoptivos. A su izquierda había una especie de lagarto peludo azul gigante con cara de bonachón, a su derecha...