—La piza-Rina te lo agradece. —Dijo Rina sosteniendo un cuaderno dibujado delate de su rostro. La pelirrosa solía utilizar aquella herramienta para según ella "expresar sus emociones". Lo que nadie sabia eran las intenciones que en realidad escondía esa pantalla.
Que Rina no pudiera expresar sentimientos era en gran parte una mentira. Sí, era perfectamente capaz de hacerlo, solo que su rostro siempre decía la verdad, y ella odiaba eso. Gracias a la piza-Rina, la pelirrosa podía fingir que estaba contenta mientras por dentro se aburría; podía decir que no entendía lo que estaba pasando cuando le preguntaran por el cadáver enterrado en su escuela, mientras su rostro sonreía con la verdad; podía fingir que estaba triste por el fallecimiento de una compañera, mientras detrás de su cuaderno escondía el cuchillo que había utilizado para apuñalarla repetidas veces en el abdomen.
—Rina ¿Ya te vas a casa? —Preguntó Karin con cierto tono maternal. Ya era bastante tarde, y las dos chicas se encontraban a solas, acabando de ordenar la sala del club de idols.
—He... supongo... la piza-Rina pregunta si tú también vas a volver ya a casa. —La pelirrosa solía hablar en tercera persona cuando llevaba el cuaderno, ya que sentía que esa pequeña chica agradable que interactuaba con los demás no era ella, solo una máscara que hablaba casi con vida propia.
—Sí ¿Quieres que volvamos juntas?
La pelirrosa sonrió para sí. En sus anchos bolsillos, junto a los rotuladores, llevaba una pistola cargada. Karin no sabía dónde vivía Rina, por lo que la pelirrosa podría utilizar aquella excusa para llevarla a algún sitio poco transitado y acabar con ella de una vez con todas.
—¡Oh sí! A la piza-Rina le encantaría ir contigo.
La peliazul le devolvió una sonrisa amistosa, acto seguido agarró la mano de la pequeña y salieron del instituto. Rina fue guiando a Karin por la ciudad, a través de algunos pasadizos y callejuelas, buscando la zona más desierta que pudiera encontrar.
—Bueno, ¿Vives cerca de aquí?
—Sí, cruzando esa esquina. —Mintió la pelirrosa, mientras una sonrisa maliciosa crecía detrás de su cuaderno.
Karin cruzó la calle, quedando en un callejón junto a Rina. La asesina había llevado a su víctima justo donde quería. Solo tenía que sacar el arma que llevaba consigo, apuntar, y disparar ¡Todo sería tan sencillo! Un solo tiro directo a la cabeza y Ai sería suya para siempre. Su cerebro ya podía imaginar como sería: Sin Karin interponiéndose, ya no tendría ningún rival en el amor, podría pedirle salir a la chica rubia sin que aquello acabara siendo un "Love Triangle".
—¿Rina? ¿Estás segura de que es por aquí? —La peliazul se puso a inspeccionar la zona, buscando alguna puerta o salida con el rabillo del ojo.
La pelirrosa metió su mano en el bolsillo, agarrando el metal caliente de la pistola con sus dedos. "Falta poco". Estaba preparada para disparar, pero antes si quiera de que pudiera sacar el arma, el teléfono de Karin sonó.
—¿Eh? ¡Es Ai! ¿Qué querrá ahora? —La peliazul cogió su teléfono, mientras, Rina, volvió a guardar su arma mientras escondía una mirada asesina detrás de su cuaderno.
"¡Maldición!" Pensó la pelirrosa. Justo tenía que llamarla ahora. No podía hacerlo, no mientras Ai lo escuchara. Pues sabía que si la chica rubia se enteraba de su verdadera identidad, jamás la amaría, se alejaría de ella para siempre, temiéndola como el monstruo que era.
Karin colgó su teléfono. Acto seguido se giró hacia Rina.
—¿Al final que quería? —Preguntó la pelirrosa con sincera curiosidad.
—Ah, nada. Una tontería. Es bastante tarde, así que quería cerciorarse de estaba bien. —Respondió Karin con una sonrisa maternal. —Le he dicho que no se preocupara, que estoy contigo. —Acto seguido acarició el cabello de la pelirrosa con ternura.
Rina decidió que por el momento no mataría a la peliazul. Si hubiera sido cualquier otra, quizás hubiese aprovechado aquellos instantes para acabar con su vida, pero justamente la llamada de Ai, le hizo plantearse si esta lloraría por la muerte de su amiga. Aquella pizca de empatía había impedido que Rina asesinara a su objetivo, al menos aquél día.
—Pero eso, Rina ¿Estás segura de que es por aquí?
—Oh... creo que la piza-Rina se ha equivocado. Lo siento, hoy la piza-Rina está algo despistada.
"La piza-Rina dice ¡Os destruiré a todos!" |